viernes, 16 de septiembre de 2011

CELLO

La música prepara a los muertos
Para su último viaje
Una mano sostiene el arco y luego
Un pequeño trozo de tela blanca
Empapada en limpias aguas de un cuenco
Antes de tocar las cuerdas la mano
Limpia la piel partiendo desde el cuello
Hasta llegar al borde de los pies
Son los pies lo único que podemos ver
Además de la cara que habrá de recibir
El maquillaje mudo alrededor de los ojos
El poema intenta describir
Delicados movimientos como notas
En el espacio que separa el cuerpo
De los deudos llorosos y agradecidos
Ahora dos manos amables extienden
Dedos rígidos cual si pulsaran cuerdas
Los entrelazan sobre el pecho inmóvil
Los rodean con una cinta rosa o unas cuentas
Unidas por el sonido en paz de un hilo invisible
Gestos ceremoniales pliegan el vestido
Con una compasión que molesta de tan hermosa
Casi una melodía para un ángel dormido.