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Entonces éramos tan modernos
Que intentábamos seducir a las hijas
De los amigos y besarles la boca aterrada
Dar de puntapiés a las puertas
De las casas que osaban dormir en paz
Y destrozar con una navaja suiza
Los vestidos de cualquier pudor
Besábamos la boca sucia de rouge
De las adictas sin nombre ni hogar
Y jalábamos la tapa del excusado del bar
De la mala muerte
Entonces éramos tan modernos
Que poníamos sobre nuestro sexo
Las manos temblorosas de nuestras ahijadas
Y nos botábamos a dormir en las terrazas
Eramos tan libres tan poetas
Que nuestras bocas olían a letrina.
martes, 5 de diciembre de 2006
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