Delicados movimientos como notas
viernes, 16 de septiembre de 2011
CELLO
Delicados movimientos como notas
martes, 19 de julio de 2011
sábado, 9 de julio de 2011
BRAGAS
sábado, 16 de abril de 2011
POEMA MENOR 318
POEMA MENOR 317
miércoles, 26 de enero de 2011
POEMA MENOR 491
Flores y luego el olor de esas flores
Tal vez primero el olor y enseguida
La idea de las flores del jardín
De la vieja casa inclinada hacia el norte
Desde el terremoto de 1960
Dicen que el terremoto más furioso
Que se recuerde o se tenga registro
Flores y luego el olor de la lluvia
Que no tiene olor ni la humedad
Pero son el polvo del camino
Las ropas que cuelgan junto al fuego
Y ese temblor que inclinó la casa
Hacia el norte y había que caminar
Con el cuerpo hacia el sur
Como en un barco varado en medio
De un río inexistente
Flores y luego manzanas
Verdes que se deshacen en la boca
La vía del tren separa al pueblo
Del cementerio y la bodega de granos
El convoy pasa dos veces al día
Una vez en cada sentido
Y el polvo del camino anuncia
El fin de la soledad de los niños.
viernes, 17 de diciembre de 2010
MIS ÚLTIMAS PALABRAS
No habrá de ser tan ominoso finalmente
Ni tan despreciable
Si mi abuelo y mi bisabuelo lo hicieron
Y la hermana de mi abuelo
Y la hermana de mi madre
Y mi padre y mi madre no
Pero como si lo hubieran hecho.
A nadie habrá de importarle demasiado
Puedo imaginar perfectamente
Sus rostros cariacontencidos
Y sus murmullos que hablan
En voz baja de asuntos más profundos
Los que amaron a mi abuelo
Y quienes festejaron su muerte
Altas autoridades de este pobre país
Puedo verlos claramente
A esta hora de la que será mi última noche
Todos sincronizados en el ritual
De despedida de los muertos
Al tiempo que mi primo pionero
Como yo en la Cuba de los setenta
Se lo jala y se lo toma todo
Hasta perder el sentido.
Discúlpenme si pierdo el hilo
Decía que no habrá de ser tan oprobioso
Encontrarán mi cuerpo dos días después
Y lo pondrán en la urna pensando
En el modo de deshacerse de mí
Llegados a un punto en que nadie o casi
Es lo que era o lo que dijo que sería
Me veo rodeado por la corte
De asesinos y traidores que dictan
Su sentencia y apuntan
Con el pulgar hacia abajo
Llegados a este punto cuando
El miserable y el lobo se han apoderado
De todas las buenas intenciones
De todas aquellas bellas palabras
Pronunciadas en medio de la fiesta
Cuando nadie responde el teléfono
Y algunos nos hemos convertido
En algo incómodo para los cortesanos.
Más temprano que tarde sabrán
Que hice lo que pude
Y serán mis últimos gestos
Una lección moral
Que castigará la cobardía
Y la traición.
viernes, 24 de septiembre de 2010
POEMA MENOR 108
Escondió la cara en mi hombro
Y la escuché reir
Luego volvió a mirar
Hacia la ventana
Parece que hubieran
Bajado un telón blanco -dijo
Al fondo para que pudiéramos
Mirar el árbol -un abeto-
Verde bajo la lluvia.
martes, 14 de septiembre de 2010
DE MODO QUE FINALMENTE
Sin utilizar las mismas palabras roídas
Ya no por el tiempo sino por el abuso
Que las desnuda las desarticula las apaga
El porfiado intento de describir una mano
Que persiste en recoger papeles manchados
O descifrar el significado y el sentido
De la misma mano que desciende
Para asir esos mismos papeles y regresa
A la mesa atorada de polvo y de fracaso.
De modo que finalmente
Lo que nos queda otra vez es intentarlo
Lo que no es más que un decir
El intento mismo es un decir
El decir mismo es un intento
Condenados de antemano
A dar vueltas en círculo
Como un perro que sin saberlo sabe
Que ha llegado la hora de echarse a dormir.
domingo, 25 de julio de 2010
EL PERDÓN DEL REY
Y la escucharon gritar y a los que sabían y nada hicieron
Perdono a los que arrojaron al mar a Marta Ugarte
Mientras se jactaban de que en Chile no había desaparecidos
Perdono a los que hicieron arder como antorchas
A Rodrigo Rojas y a Carmen Gloria Quintana
-el verdadero rostro de este país-
Perdono a los que abrieron con un corvo el cuello
De José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino
Perdono al que dio la orden y al que apretó el gatillo
Para perforar los cuerpos de Víctor Jara y de Carlos Lorca
Perdono a los que ocultaron cadáveres en un horno de Lonquén
Me cago en abogados, juicios y sentencias
Por algo soy el nuevo monarca sucesor de la Princesa
Que nos enseñó a tañer la campana de Wall Street
Perdono a los que se hicieron dueños de empresas
Y bancos y acumularon la riqueza que no les pertenece
A los que robaron lo que es de todos y a los que robaron
Lo que no es de ninguno
Perdono a los que, como nosotros, han regresado
Al lugar del crimen y no sienten motivo de rubor
Perdono a los que lanzaron a los lagos del sur
Esos lagos que amo y donde descanso y firmo contratos
A campesinos mapuche sin que nadie se enterara
Perdono al que fabricó las bombas y al que las puso
Y al que las hizo estallar y al que dio la orden
De asesinar a Orlando Letelier y a Carlos Prats
Perdono al encargado de Villa Grimaldi
Y al encargado del encargado de Londres 38
Perdono al que violó a prisioneras aterradas
Al que introdujo ratones en sus vaginas
Y al que arrancó las uñas de las manos
De los que a pesar de todo no entregaron a sus compañeros
Perdono a los que inhumaron de noche
Los restos de los asesinados y luego los exhumaron
Para hacerlos desaparecer mientras otros -como yo-
Mirábamos el saldo de nuestras cuentas corrientes
Perdono a los que mataron por la espalda a Ignacio Valenzuela
En la Operación Albania y encerraron a siete prisioneros
En una casa abandonada para cocerlos a sangre fría
Perdono a los pilotos que bombardearon La Moneda
Perdono al torturador, al interrogador, al carcelero
Al artillero, al instructor, al secretario, al chofer
Al falsificador, al enterrador, al asesino
A todos los perdono, en esto soy especialmente generoso
Los perdono porque soy el nuevo monarca
Y a través de sus representantes me lo ha solicitado Dios:
Perdono a los que hicieron por mí el trabajo sucio.
lunes, 31 de mayo de 2010
EASY RIDER
De norte a sur puedes cruzar
Ese país que llaman chile
En motocicleta y un viejo
Sombrero como casco que rompe
Con las viejas costumbres y abre
Un río hacia el mar de la libertad
Puedes cruzar todas las fronteras
De los hemisferios como un actor
O un profesor poeta de carahue
De niños que sueñan no dejar de serlo
Y cabalgar como nubes por encima
De las cabezas descerebradas
Ser una estrella de hollywood
Un ebrio en una cantina
De un pueblo junto al pacífico
Puedes ser ese pueblo y esa costa
Y amar hasta el delirio entre las tumbas
De todos los cementerios del planeta
Pero no podrás impedir
Que el idiota de la carretera
Jale el gatillo y los sueños
Exploten en mil pedazos.
viernes, 28 de mayo de 2010
jueves, 13 de mayo de 2010
POEMA MENOR 209
Aquí no tenemos pirámides
Apenas tenemos cerros
No tenemos templos del sol
Ni de la luna
Unos bosques espesos y húmedos
Tenemos
Aquí nunca fuimos letrados
Sufrimos de agorafobia
Nunca fuimos filósofos
Semi analfabetos somos
Un poco tontos
Como el estero
Que persiste.
miércoles, 21 de abril de 2010
LA PIEDRA
Que no se pueden ver
Desde la playa amarilla
Pero desde la playa de piedras sí
Las islas son pequeñas
En la más grande hay una casa
Y un embarcadero
Si estás en la playa amarilla puedes
Si estás en la playa de piedras puedes
Visitar las tres islas
Sin necesidad de nadar
En la playa de piedras también
Puedes recoger una para llevarla
De regalo a quien amas.
domingo, 4 de abril de 2010
sábado, 3 de abril de 2010
CUERPO C
martes, 30 de marzo de 2010
S.O.S SIGMUND
Que eso sería todo por ahora
O tal vez para siempre
Que había resuelto cerrar
Los ojos para ver
Si alguien que no fuera yo
Le daba algún motivo
Para volver a abrirlos
Tantos años casados
La libido y yo
Había llegado el momento
De romper
Separación de hecho
Sin abogados la libido
Me dijo
Hasta aquí no más.
lunes, 1 de marzo de 2010
a. C.
Aguas que estancan
Aguas que pudren
Canales ciegos
Diques muros espesos
Como aire antes
De la tormenta.
El silencio interior
Es un agujero
Que no significa nada
En ninguna lengua.
Centímetros de luz
Desde un cabo
De vela
Que se deshace.
Aguas que pudren
Cual corazones
Que dejan de latir.
No hay salida.
Habrá que salvar
Un muro espeso
Un dique viejo
Para sumergir
Los ojos en la luz.
II
Una mujer abre
Una puerta.
Toda esa luz
Enceguece.
El recién llegado
No distingue
Labios ni ojos
Lo que ve es
Un rayo rodeado
De más luz
Sobre unos hombros
Y se encandila.
Ella enciende
Y apaga la luz
Como un juego
O una trampa.
Sus ojos aparecen
Cuando quiere
Sus labios se ocultan
Aunque parecen
Dar la cara.
El se frota
Los párpados
Se muerde
La oscuridad
Que podría consumirlo.
Luego permanece muda.
Se marcha
Fuera de la ciudad.
Puede ser un espejismo
Puede ser desvarío
Tal vez la invención
De un hombre cansado
Mientras mira aguas
Que estancan
Y pudren.
III
Alguien pregunta entonces
¿Por qué seguimos adelante?
No es el que lleva
El mayor peso.
Lo miran sin responder
Y siguen adelante.
Más allá no hay
Nada distinto
De lo que han visto
Hasta aquí
Agrega otro
Y se sienta
En una piedra
A mirar el atardecer.
La mayoría decide
Continuar con los últimos
Rayos de luz.
Un tercero murmura
Algo que nadie
Alcanzó a escuchar:
El agua sobre la piedra
El viento sobre los árboles
El sol sobre los cerros
El silencio.
viernes, 1 de enero de 2010
POEMA MENOR 192
El solitario juega a las cartas
Pero son las cartas las que juegan con él
Esto lo dijo alguien de otro modo
Cuál es el juego sino seguir
Repartiendo al azar las palabras
Una mujer juega al solitario
Sin cartas
Y sueña que están marcadas
Cada jugada lleva a otra hasta burlar
La obstinación del solitario
Y lanzar la baraja al abismo.
martes, 20 de octubre de 2009
lunes, 12 de octubre de 2009
POEMA MENOR 157
Se miraban pero no sabían
Que se estaban mirando
Después de las nueve de la noche
La ciudad tenía más luz
Que una mañana de enero
Ella usaba un vestido azul de liceana
Y en invierno un impermeable amarillo
El sentía miedo de todo
Menos de las manos unidas
Dentro de un bolsillo de ese impermeable
Tenían quince y no sabían
Lo que significa tener quince
Ahora tampoco lo saben
Y olvidaron para qué
Estudiaban
La ciudad es más cerrada
Que una noche de julio
Aterrados miran el mundo
Que nunca se dejó amar.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
NI PERDON NI OLVIDO
Cruzadas sobre un lienzo
Deshilachado que fue
Alguna vez impecable
Optimista
No se lee pero está escrito
Con un tiro seco entre los ojos.
sábado, 18 de julio de 2009
ESTAS SON LAS MAÑANITAS
Del libro Mal de Ojo, 1992
martes, 23 de junio de 2009
NAUFRAGOS
La piel perdida en el cauce
Una mano un párpado una
Orilla a la que podíamos ir
Y recibirlo todo.
Ahora río arriba como leños
Podridos y a la deriva
¿Serás capaz de contarme
Una historia distinta?
martes, 28 de abril de 2009
Marcelo Pastor, fotógrafo de la Araucanía
Hace tres semanas que Marcelo Pastor Arroyo me mira. Hace tres años. Tal vez siempre me ha mirado, o yo lo miraba sin saber que lo miraba. ¿O él me miraba? ¿Cómo se mira la luz de las estrellas sin que importe que no haya estrellas ni luz?
Estrellarse es sembrarse, o llenarse de estrellas; es decir, llenarse de luz, y no hay fotografía posible sino en la luz.
Marcelo nos mira, hace tantos años que nos mira.
Marcelo miró los ojos de un niño que hoy es la tapa de un libro de fotografías que se llama Nuestra Gente. Los ojos de ese niño de la tapa del libro nos miran, pero en realidad esos ojos miran a Marcelo, están mirando a Marcelo, se quedaron allí esos ojos de ese niño que sostiene un trozo de cochayuyo con el que jugará luego a la pelota.
¿De quién son los ojos que nos miran? ¿De ese niño que sigue jugando a la pelota con un trozo de cochayuyo, o de Marcelo que lo mira detrás de la lente de una cámara?
Yo digo que los ojos de Marcelo Pastor Arroyo se quedaron en los ojos de ese niño que sostiene en su mano un trozo de cochayuyo para jugar a la pelota. Dicho de otro modo, ese niño mira a Marcelo, no nos mira a nosotros. Entonces, cuando miramos en los ojos de ese niño, cada uno de nosotros es Marcelo.
Porque hacer una fotografía es escribir en la luz, y escribir en la luz es estrellarse, sembrar de estrellas y de luz el telón o el cielo o el muro o el interior del párpado cerrado, para seguir viéndonos, aún después de miles de años.
Marcelo estudió Diseño y pronto derivó hacia el lenguaje audiovisual y hacia la fotografía. La fotografía como su voz más íntima, más personal, más solitaria. ¿Por qué la imagen, por qué la fotografía? ¿Por qué poner en una imagen, detener en una imagen lo que vemos; dejar quieto para siempre ese segundo que existe y deja de existir? ¿Qué habrá querido decirnos Marcelo? ¿Qué habrá querido decir? ¿Trataba de decirnos algo? ¿Había algo que pugnaba por salir?
El arte, que de eso se trata la fotografía, nos ofrece herramientas para hablar. Para hablar en distintos lenguajes, para hablar sin hablar, lo que es mucho mejor, lo que parece que fue mucho mejor para Marcelo. De todos modos, hay algo que se quiere decir. Y el arte es una posibilidad, tal vez la única, yo digo que la única, para decir lo que se quiere decir. Sin embargo, al mismo tiempo, el arte impide, limita. La palabra revela y oculta, posibilita e impide, y lo mismo ocurre con las palabras escritas en la luz.
Tratamos de decir lo que no podemos, lo que es imposible, de eso se trata.
Queremos decir algo. Hay algo que pugna por ser dicho. A veces ni siquiera sabemos qué es lo que queremos decir, qué es lo que quiere se dicho. Y lo intentamos, no obstante sabemos que es imposible, que siempre quedamos a medio camino.
Quedar a medio camino es la maravilla misma. Pensemos que también puede ocurrir que ni empezamos a andar el camino siquiera, o quedamos a la vera del camino, o no caminamos más que unos pocos centímetros. Quedar a medio camino es haber caminado mucho, tal vez demasiado, quizás más que casi todos; puede que a medio camino asome la luz, quién sabe si a medio camino es donde se siembran las estrellas, y lo que parece imposible de ser dicho es finalmente dicho y nada ni nadie puede borrarlo.
Esa es la huella que deja quien escribe en la luz. “Aquí estuve”, escribe en la luz. “Aquí estoy”, escribe en la luz. “Hablo para que me escuchen y para escucharlos a todos, no importa dónde ni cuándo, no importa quién seas ni quién haya sido”, escribe en la luz. “Aquí estuve, y lo hice, al menos lo intenté”, escribe en la luz.
Nuestra Gente, Marcelo Pastor, Fotógrafo de la Araucanía, rescata del anonimato a quienes no queremos ver, los hace visibles para mostrarnos también la historia y el corazón de la región mapuche, cruzados por la superficie de la realidad de hoy. Sin embargo, este libro realizado por Guido Eytel, Tatiana Jara y Jorge Zuñiga, con el aporte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, FONDART, recupera sobre todo los ojos de Marcelo, para que miremos a través de ellos, para que nos pongamos en su lugar, en su punto de vista, para que seamos sus ojos y vivamos su experiencia y, tal vez, averigüemos qué es lo que quería decir Marcelo, cuáles son esas palabras que pugnaban por salir.
Porque si el arte posibilita e impide, también es un certificado de presencia –al decir de Roland Barthes- , una señal, un corazón dibujado en un árbol con un cuchillo, un estrellarse que no tiene edad ni fin. Las fotografías de Marcelo nos hablan o balbucean o sonríen o silban o simplemente nos miran para que las miremos y lo veamos a él.
Los invito a mirar y a ver, foto por foto, a Marcelo, a los ojos de Marcelo, al corazón o cómo se llame eso, de Marcelo.
La pantalla circundada de pájaros y niños asombrados, en el marco de una puerta demasiado pequeña para un hombre que calza unas zapatillas raídas y viejas. Sin embargo, la madera y la luz en los niños, y el hombre que observa la pantalla circundada de pájaros que hizo con sus propias manos.
La carreta que lleva a dos mujeres y es tirada por una yunta de bueyes al borde del mar, junto a dos hombres, que podrían ser los hombres que buscan o fueron a dejar esas mujeres, que van o vienen tirados por el trabajo al borde de un mar de cemento que llamamos carretera.
La carreta y la yunta de bueyes y el barro. Y el hombre inclinado sobre una damajuana, mientras algo que debe ser chicha corre por una manguera de cargar combustible, desde un tonel sobre la carreta hasta la boca de la damajuana. Y las zapatillas. ¿Por qué usan zapatillas en el barro?
La danza mapuche, la ceremonia mapuche, y el palín que se juega bajo el azul que no es del cielo sino de la tierra de arriba, y de pronto la ciudad que emerge desde la niebla, y se ve tan intrusa, tan sola, tan fría, tan pequeña ante la inmensidad de la tierra de arriba.
Zanahorias, ¿por qué tantas zanahorias? Todos buscan algo, tal vez buscan zanahorias y no ven que lo que más hay son zanahorias. Todos miran hacia abajo, buscan, la única que mira al frente y sostiene su mentón con una mano, es la mujer que ofrece sin hablar las zanahorias. Tremendo simbolismo en esta fotografía. ¿Lo habrá visto así Marcelo? Seguro que sí, no olvidemos que estamos mirando a través de sus ojos.
Ahora no hay zapatillas, hay ojotas y un cultrún y dos palos que nosotros llamamos baquetas en las manos de un hombre con sombrero y camisa blanca que no nos mira. Pero, cuidado, detrás del hombre hay un niño -¿su hijo?- que nos mira y nos desafía, y más atrás una luz dorada que parece sostener al niño.
Luego la calle de tierra de un pueblo que parece llegar al mar o a las nubes o a la tierra de arriba, y la yunta de bueyes y el boyerizo por delante, tirando dos largos troncos de árboles que parecen ir desde el bosque hacia la tierra de arriba.
Ahora hay botas de agua hasta la rodilla. El hombre junto al mar, en medio de largas tiras de cochayuyo, mira hacia las rocas y en las rocas hay otro hombre cabizbajo. ¿Qué busca entre las rocas?
La yunta de bueyes y la carreta cargada de cochayuyo y sobre el cochayuyo un niño, y no hay tierra firme, hay una embarcación para cruzar hasta la otra orilla.
Lo que buscaba era peces, Marcelo buscaba peces, algo así como diez peces que vuelve a contar inclinado como en gesto de gratitud, de asombro, de auténtica reverencia.
El hombre que no sabe si cruzar la calle o volver atrás, y el hombre lisiado que bebe una coca-cola. Dos esquinas que no se tocan y parecen ser tan parecidas.
Se suele hablar de los temas del fotógrafo, del interés, de las motivaciones del fotógrafo, buscando respuestas en las imágenes, en los objetos, en los paisajes, en las personas escritas en la luz. Yo pienso que las imágenes nos devuelven las preguntas como si nos dijeran “cuando miras la fotografía estás mirando a través de los ojos del fotógrafo; los temas, las obsesiones del fotógrafo no están aquí, estas imágenes revelan y ocultan, y lo que hay que tratar de ver es lo que se oculta”. Ese ocultamiento, en el caso de Marcelo Pastor, se revela al momento de borrar todas las preguntas y mirar a los ojos y mirar en los ojos de esos niños que nos miran, para entender de una vez que esos ojos miran a Marcelo y nos ponen en el lugar de Marcelo. Los temas del fotógrafo o se hacen nuestros o simplemente no los vemos. Porque se escribe en la luz, no con palabras.
Y los niños, los niños siempre nos miran. Marcelo es un niño que busca un trozo de cochayuyo para jugar a la pelota, un atado de zanahorias porque los hay de sobra y para todos, una yunta de bueyes y un cielo azul que se llama tierra de arriba.
Es la mirada del niño la que ve el mundo, la que sabe que hay algo que decir y hay que buscar el modo de hacerlo, así nos cueste la vida.
Los niños luminosos donde otros verán pobreza. Los niños que sonríen y nos recuerdan que hay que buscar zanahorias, que hay zanahorias para todos, y flores. ¿Acaso no lo entendemos? ¿Por qué no lo entendemos? ¿Por qué alguien tiene que venir a estrellarse para que miremos y entendamos?
Y los ancianos que siguen andando sobre las piedras, a los pies del río que refleja la tierra de arriba. Las carretas siguen subiendo la cuesta tiradas por dos yuntas de bueyes y cargadas de paja. La pareja vende escobas después de miles años y el joven vende copihues tras miles de años, y las manos de los mapuche siguen trenzando canastos, pájaros, caminos, estrellas. Marcelo lo sabía y lo sabe y quiere que nosotros también.
Hacer una fotografía es escribir en la luz.
Marcelo Pastor Arroyo, hermano de Carlos, hermano de Isabel, hermano de Pedro, hermano de Viviana; hijo de Pedro y de Clotilde, padre de Luciana y Florencia, esposo de Marlene, amigo y hermano de amigos y amigas y hermanos y hermanas que lo vieron pasar demasiado rápido, porque algo andaba buscando hasta encontrarlo, algo tenía que decir, algo debía ser dicho y no sabía cómo pero sí sabía.
Nuestra Gente, Marcelo Pastor, fotógrafo de la Araucanía, iniciativa y trabajo de Guido Eytel, Tatiana Jara y Jorge Zuñiga, con el aporte fundamental del FONDART, nos regala desde la tapa, desde la primera fotografía, los ojos de un niño que son mirados por los ojos de Marcelo que son, ahora, nuestros ojos, los ojos de todos. Si creíamos que no podría lograrlo, nos equivocamos; lo hizo y sembró estrellas, y escribió en la luz los nombres y las palabras de todos los que saben que hay algo que debe ser dicho, y también de los que no se han dado cuenta, y también de los que lo intentan.
Más vivo no es posible, más vivo no puede estar si sigue mirando a ese niño que nos mira a nosotros hasta dejarnos con la boca abierta.